Levantamos nuestros ojos hacia ti, oh reina del mundo. Después de haber cometido tantos pecados debemos comparecer ante nuestro Juez, ¿y quién lo apaciguará? Nadie puede hacerlo mejor que tú, oh bendita Señora, que lo has amado tanto, y has sido tan tiernamente amada por él. Abre tu corazón, entonces, oh madre de misericordia, a nuestros suspiros y oraciones . Volamos a tu protección; apaciguamos la ira de tu Hijo, y nos restauramos a su favor. No aborreces al pecador, por muy repugnante que sea; no lo desprecias, si te envía sus suspiros, y con contrición pide tu intercesión; tú, con tu mano bondadosa, lo liberas de la desesperación; lo animas a esperar, lo confortas, y no lo dejas hasta que lo reconcilies con su Juez. Rezos para San Bernardo Tú eres el único en quien el Salvador encontró su reposo, y en quien ha depositado todos sus tesoros. Así todo el mundo, oh María, honra tu vientre casto, como el templo de Dios, donde la salvación del mundo tuvo su principio. En ti se efect...